Es complicado encontrar alguna idea común que relacione ambos tipos de exposiciones, que no sea la del relato visual que cada una encara.
Por un lado está la forma de narrar la vida de San Francisco de Asís, con pinturas meramente costumbristas barrocas, solicitadas por los mismos franciscanos para mostrar precisamente la semejanza entre la vida del santo y la de Cristo, convenciendo así a la gente de esa época cual era la mejor forma de vivir y ser fiel a su fe, con obras claras que no dejaran dudas en los espectadores.
En contraste, la Bienal de Sao Paolo se vale de autores de diversos lugares con múltiples ideologías, logrando su objetivo de mostrar la convivencia mundial a pesar de la diferencia cultural, plasmando la crisis existencial que sufre en común la humanidad, con diferentes elementos ambientales que colaboran al sentir tenebroso de este caos, sin ninguna pretensión persuasiva de seguir una conducta, como se ve en las obras de San Francisco sino solo el simple hecho de ser fiel a una realidad.
Objetivo bien logrado de Lisette Lagnado, la idea de combinar obras de diversos géneros y medios físicos para romper con lo tradicional, agregando elementos auditivos y estéticos que despiertan sensaciones en todo tipo de receptor. Por el contrario, considero que simplemente muestran hechos cotidianos o personajes típicos sin darles una relación definida entre sí, ya que cada autor en particular al momento de realizar sus obras, no busca mostrar la convivencia como lo globalizó la curadora.
